El agua que
amenaza a la localidad es proveniente de la cuenca del arroyo La Reserva que es
hacia adonde debe ser derivada antes de llegar a la población. Los trabajos
realizados aparentemente no están funcionando adecuadamente
Desde fines de los años ´90 o principio del 2000, la laguna
La Salada se convirtió en un foco de conflicto, que en la fecha están
alcanzando ribetes impensados. Algunos funcionarios hablan de expropiar tierras
para hacer canalizaciones amparándose ante la posibilidad de que la localidad
de La Dulce se inunde; otros se quejan por los daños que la creciente de ese
ojo de agua les produjo; los más sensatos amparándose en estudios realizados
por profesionales del Grupo de Investigación Hidrogeología del Instituto de
Geología de Costas y del Cuaternario de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la Universidad de Mar del Plata y del Conicet, se oponen
defendiendo el impacto ambiental que puede significar trasvasar aguas entre
cuencas, y el desastre ecológico que puede significar. En medio de este
conflicto, no faltaron anónimos y, trascendió, amenazas que podrían ser las
causas de la paralización de obras de saneamiento de las aguas en la localidad
de La Dulce.
Es ilógico pensar que la laguna La Salada, ubicada en el
acceso a la localidad de Comandante Nicanor Olivera (Estación La Dulce) y Ruta
Provincial 86 pueda inundar a esa población porque ésta se encuentra mucho más
elevada que la laguna, teniendo en cuenta el nivel del mar.
Por otra parte, conclusiones de los profesionales de la
Universidad Nacional de Mar del Plata y del Conicet fueron contundentes: “El
humedal laguna La Salada se nutre de aguas subterráneas provenientes de napas
freáticas, no recibiendo aportes de significancia de aguas superficiales”.
Además en el trabajo científico que realizaron en ese lugar, denominado “El
agua subterránea en el funcionamiento hidrológico de los humedales del Sudeste
Bonaerense, Provincia de Buenos Aires, Argentina” destacó la importancia
hidrogeológica que “este humedal tiene para la vulnerabilidad del acuífero y la
necesidad imperiosa de su conservación en estado natural, sin modificaciones
artificiales por ser una fuente de recarga del mencionado acuífero”.
En el año 2005, la ingeniera Susana Laborde, de la Dirección
Provincial de Saneamiento y Obras Hidráulicas determinó la necesidad de
estudiar el impacto ambiental que se causaría en el Río Quequén Grande al
aportarle un volumen de agua con alta concentración de sales como se habría
proyectado y por otra parte también indicó que el egreso artificial de aguas
desde la laguna La Salada concentraría sus sales y la calidad de sus aguas
empeoraría. En principio, la profesional puso énfasis en no derivar más agua al
Río Quequén Grande a través de canales.
Teniendo en cuenta el impacto ambiental que se puede dar si
se modifica el humedal laguna La Salada, el sentido común indica la importancia
de dejar todo como naturalmente debe ser.
No obstante la laguna sigue creciendo. A principio de esta
década, los dueños del campo donde está emplazada La Salada realizaron
construcciones en el lecho. Sin dudas no contemplaron que la obra se hizo en un
sitio que en épocas de creciente el agua desborda hacia ese lugar. En la
actualidad, con las napas freáticas casi a flor de suelo, hoy está todo bajo
agua. De allí el reclamo constante de realizar una canalización hacia el Río
Quequén Grande, que está muy cerca, sin interesar las consecuencias que puede
acarrear un trabajo de esta naturaleza.
Por otra parte, la localidad de La Dulce está amenazada por
las aguas, pero las que provienen de la cuenca del arroyo La Reserva y de la
zona de Lumb. Cabe destacar que las derivaciones por los pluviales son de los
años 50. Estos no se alteraron, en cambio sí, la cantidad de lluvia. Además,
los aportes subterráneos en un año fueron de 6.010.000 m3, y siguen aumentando.
Por esa razón sigue creciendo La Salada como cientos de lagunas en toda la
Provincia.
Aquellos que pretenden declarar la necesidad y urgencia de
canalizar la laguna La Salada, argumentando el peligro que corre La Dulce de
ser inundada, o que el crecimiento de la mencionada laguna es consecuencia del
agua que le derivan desde la localidad, queda totalmente desdibujado ante estos
estudios y conclusiones de profesionales.
Conocedora, estudiosa y muy respetuosa de la Naturaleza,
Joan Elizabeth Cuthbert de López Pueyrredón, del establecimiento Malal Tuel
Chico, ubicado en la Ruta Provincial 86, kilómetro 51, es la principal oponente
al trasvase de aguas de distintas cuencas. Si bien, el canal o entubado que se
pretenden hacer pasa por su campo y destruirá una de las vistas más hermosas de
Río Quequén Grande, entiende que “hacer ese trabajo es gastar dinero
inadecuadamente porque La Dulce no corre riesgo por La Salada; no se
solucionará el inconveniente, y además, cuando el Río Quequén crece furioso,
hará de tapón al by pass de la laguna, aportando incluso, más agua”, expresó,
además de imaginarse el verdadero desastre ambiental que significará ese
trabajo.
Algunos funcionarios creen que la actitud de Joan López
Pueyrredón “es un capricho”, pero “lejos está de serlo, lo que digo está
avalado por estudios realizados por profesionales. No entiendo como (las
autoridades) no lo tienen en cuenta al momento de tomar determinaciones”.
Tal vez no se tenga en cuenta por temor. La propia
productora agropecuaria recibió anónimos relacionados con este tema. También,
en La Dulce es un secreto a grandes voces, algunos funcionarios fueron
advertidos mediante amenazas, para que detuvieran los trabajos de saneamiento
que se estaban realizando en la localidad respecto al agua. Hasta, dicen,
llevaron camiones mezcladores con cemento para bloquear los trabajos. Quizás
por esta cuestión, o vaya a saber por cuál otra, las labores se interrumpieron.
La buena voluntad de López Pueyrredón quedó de manifiesto
una vez más al autorizar la realización de un entubado, que pase por el campo.
Si bien ya lo había hecho verbalmente, ahora lo confirmó mediante una carta que
elevó a la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras Hidráulicas, con copias
a la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de Necochea y a la
Comisión de Emergencia Hídrica del Partido de Necochea.
“No se trata de imponer por la fuerza”, expresó la
productora quien además exige “estricto cumplimiento” de algunas condiciones,
que tienen que ver con el cuidado de la Naturaleza.
En un tramo de la carta se advierte marcado malestar:
“Teniendo en cuenta vuestro silencio ante las notas presentadas con fechas
11/9/2014 y 16/10/2014, hemos resuelto avanzar con la cuestión autorizando la
obra y fijando con claridad las condiciones de la autorización, de manera de no
seguir demorando la resolución de la problemática”.
Entre las condiciones inexorables para la productora la obra
debe tener un plazo preestablecido para realizar la excavación y entubado y
quedar completamente terminada. En caso de no respetarse los tiempos la
autorización caducará de pleno derecho de manera automática. De ocurrir esta
situación, la dueño del campo tapará la excavación que se hubiese realizado y
los costos serán a cargo de la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras
Hidráulicas.
Por otra parte, previo al comienzo de las obras, se deberá
limitar el área de trabajo, y, tanto el personal como las maquinarias que se
utilicen no podrán pasar esos límites. Incluso, fuera de los horarios de labor
que se establezcan, salvo algún sereno, nadie podrá permanecer en la zona de
trabajos.
Además, otra de las condiciones establece que el obrador
deberá estar fuera de la propiedad. También, se destaca que la obra se
realizará desde la desembocadura del conducto en el Río Quequén hacia el inicio
en la Ruta Provincial 86; contar con una válvula automática que asegure el
cierre de ingreso de agua al conducto ante situaciones de crecida del Río
Quequén; que el material de excavación no se retire del lugar para que después
sea utilizado para tapar el entubado y una serie de seguros que cubran
situaciones de responsabilidad civil.
La autorización está realizada, las condiciones planteadas,
sólo falta la respuesta de la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras
Hidráulicas para así dar lugar a un “alivio” al conflicto que se viene
generando desde hace tanto tiempo alrededor de la Laguna La Salada. La actitud
de la productora rural es una actitud de buena voluntad. No necesita ser
amedrentada cuando de buscar soluciones se trata.
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