miércoles, 27 de enero de 2010

¿Cuándo vamos a aprender?


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Hace pocos días un joven bañista resultó con cortaduras de un arma blanca y golpes en su cabeza con un objeto contundente por parte de un inspector de Seguridad Pública. La víctima fue internada en el Hospital Municipal, y todavía sufre las secuelas de semejante ataque.
Entonces la pregunta fue: ¿Quién tiene a cargo seleccionar a los trabajadores municipales? Teniendo en cuenta la importancia del trato con los turistas, y con los propios vecinos, evidentemente no se puede designar a alguien de carácter irascible para ese tipo de actividad.
Cuando ya se habían acallado los comentarios de este triste episodio, alrededor de las 21 del 25 del corriente sucedió un hecho de similares características. Por fortuna no fue sangriento, pero el amargo sabor que se llevaron turistas de Las Flores seguramente va a proliferar entre sus coterráneos.
Esta vez los protagonistas de la pésima propaganda fueron dos inspectores de Tránsito de la Municipalidad. La víctima, un remisero que accedió a cargar con algún pasajero de más de lo permitido en esos coches de alquiler porque se trataron de pequeños.
Los inspectores de Tránsito –que circulaban en las motos, número interno 41 y 46, respectivamente- detuvieron al remisero en 87 y 4. Ante la actitud de disculpas del trabajador del volante, uno de los ¿servidores públicos? lo increpó. “¿Te crees vivo vos?”, dijo en tono muy agresivo el inspector.
Como pudo el remisero ensayó varias explicaciones, y luego se sumaron los ocupantes del coche de alquiler. Mientras uno de los inspectores comenzó a labrar la infracción en medio de improperios, su compañero de ronda no cesó de decirles cosas a las mujeres que acertaron a pasar por el lugar.
Una cuadra antes, los mismos hombres a los que les pagan los vecinos de la ciudad, insultaron a un ciclista porque se desplazaba a contramano.
Las infracciones existieron. Corresponde labrar las actuaciones. Lo que es inadmisible es el mal trato, la prepotencia, el agravio y el pésimo comportamiento de estos agentes municipales.
Una vez más vale la pregunta: ¿quién toma a esos empleados?

lunes, 18 de enero de 2010

A 23 años de la desparición de Adriana



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Ante gran cantidad de público se llevó a cabo el acto por los 23 años de la desaparición de Adriana Celihueta y posterior presentación del libro "Adriana, una causa que nunca muere", del periodista necochense Oscar Gollnitz.
La convocatoria tuvo lugar en la cantina "Tinta Roja", ubicada en pleno corazón de la Villa balnearia de Necochea, y la concurrencia fue tal que muchos de los participantes debieron observar el acto desde la vereda.
El mismo dio inicio con un cuadro coreográfico a cargo de Francisca Rosso, estudiante en licenciatura coreográfica y composición y convención expresión corporal. Acto seguido fue exhibido un video que realizaron los periodistas María José Egui y Martín Belmartino. A continuación hicieron uso de la palabra Carlos Celihueta y Mimí Vaio, padres de la joven desaparecida. Cerró el acto el periodista Oscar Gollnitz, quien se refirió a la fecha y presentó su obra "Adriana, una causa que nunca muere".

jueves, 14 de enero de 2010

Presentan libro por el caso Adriana Celihueta



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El viernes 15 tendrá lugar un acto para recordar los 23 años de la desaparición en Necochea de Adriana Angela Celihueta. Se realizará a partir de las 20.30, en la cantina Tinta Roja, sito en calle 83 Nº 334, entre 6 y 8.
En la oportunidad,el periodista necochense presentará el libro "Adriana, una causa que nunca muere", en el pone de manifiesto la falta de voluntad del esclarecimiento de la causa.
El comienzo del acto -que es libre y gratuito- está previsto para las 20.30. En principio se podrá observar una coreografía a cargo de la estudiante de licianciatura en Composición Coreográfica, Convención en Expresión Corporal, Francisca Rosso. A continuación, la exhibición de un video periodístico confeccionado por los periodistas María José Egui y Martín Belmartino. Luego hablarán, Mimí y Carlos Celihueta (padres de la joven desaparecida)y el cierre estará a cargo del periodista Oscar Gollnitz, que presentará en sociedad su obra literaria.

martes, 5 de enero de 2010

Incidentes para la reflexión


Un incidente lamentable ocurrido en la playa terminó con un adolescente herido de arma blanca, golpeado con un hierro, con una reposera y a puñetazos. Un inspector de Seguridad de la Municipalidad local, que utilizó el filoso cuchillo para atacar al joven herido, recibió fuertes golpes por parte de gente que se encontraba en el lugar. Luego llegó el desorden generalizado, con la paupérrima participación de agentes de policías de distintas divisiones que no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Todo comenzó con la suspensión de un partido de pelota playero, que está prohibido por ordenanza, en la zona céntrica balnearia. Dos inspectores de Seguridad Pública (una mujer y un joven) trataron de convencer a quienes jugaban para que desistieran de la actitud para no tener que secuestrar la pelota, mientras que un tercer empleado municipal se mostró fuera de sus cabales. “Si no hacen caso voy a buscar un arma”, dijo. “Má´si, si tenés una andá a buscarla”, respondió el joven que estaba en infracción. El inspector, al que llamaron “Colorado”, abandonó la arena por unos minutos, y cuando volvió lo hizo con un arma blanca y un hierro. A partir de entonces se generó el escándalo.
Partiendo de la base que los chicos que estaban jugando a la pelota no estaban haciendo lo correcto, no caben dudas que la reacción del inspector de seguridad fue desmedida. Teniendo en cuenta que estos trabajadores municipales son parte de la cara visible del turismo, lo mínimo que debería contar es con una preparación básica para tratar con la gente. Es cierto que su tarea no es precisamente la más agradable, pero esto no le da autoridad para actuar de la manera que sucedió en este caso.
Los chicos que jugaban a la pelota estuvieron mal. El inspector estuvo peor por su jerarquía. Quienes lo nombraron tendrán que rever el plantel de empleados porque esto le hace muy mal al turismo y a los propios necochenses.

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