miércoles, 14 de diciembre de 2011

“Tapando agujeros” en materia de seguridad

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Conceptos como “estamos tapando agujeros” o “en la actualidad la ley que tenemos es ésta y es la que debemos aplicar” no dejaron conformes a los vecinos que se autoconvocaron en la capilla Sagrada Familia, ubicada en la intersección de las calles 72 y 73 de Necochea, en procura de encontrar un alivio a la inseguridad que sienten ante la ola de robos y ataques de delincuentes. La disconformidad fue mayor porque quienes vertieron estos dichos fueron los propios representantes de la Justicia ordinaria y de la Policía bonaerense que participaron de la reunión. También compartió la opinión la flamante directora de Seguridad de la Municipalidad, Karina Chatelain, aunque calmó bastante a los vecinos cuando aseguró que “se están haciendo las gestiones correspondientes para que (al distrito de Necochea) vengan otras fuerzas todo el año, como Gendarmería, mayor cantidad de efectivos de la Policía Federal, Caballería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires”, con la intención de que haya mayor prevención.
Coincidió el casi centenar de vecinos en que “es necesario cambiar las leyes”, pero también entendió la imposibilidad de hacerlo desde ese ámbito donde predominó la catarsis y demostración de impotencia ante el avance continuo de la delincuencia. “Los vecinos honestos estamos encerrados tras las rejas que nosotros mismos ponemos, mientras los ladrones caminan libremente por las calles”, dijeron.
Además de la representante del municipio, estuvieron el segundo jefe Distrital de la Departamental de la Policía bonaerense, comisario inspector Pablo Bueno;  el jefe de la Seccional Primera, subcomisario inspector Jorge Tarante; el titular de la Fiscalía 30, Roberto Mirada; los instructores judiciales Carlos Larrarte y Diego Alvarez.
Más allá de que los vecinos decidieron formar una red solidaria barrial, a través del uso de celulares y teléfonos, en la reunión quedó en claro la imposibilidad de revertir la sensación de inseguridad que se vive. Al menos a corto plazo.
Se supo, por ejemplo, que ese mismo día los móviles policiales afectados al servicio de cuadrículas de prevención en que está dividido el Distrito estuvieron fuera de servicio. No había combustible para poner en marcha a los patrulleros, pese a que el dinero debería estar ya que proviene de los fondos afectados a los vecinos, que lo aportan a través del recibo de la luz. “No hay combustible por una cuestión burocrática. No están aceitados los mecanismos, y esto ocurre a menudo”, se lamentó un policía.
También quedó al desnudo otra realidad. La operatividad de los policías que están en la calle no es ciento por ciento. Y no es casual. Por citar un ejemplo, parece que los chalecos antibalas que deben utilizar para protección están vencidos. Cualquier lesión o herida en acción,  le significa al efectivo un grave problema porque no contará con la cobertura de la ART, con todo lo que ello significa. “Y… yo me cuido”, aseguran que dicen los agentes, con mucho de lógica más allá de que cobren algún plus por el trabajo riesgoso que desempeñan… Así se pueden enumerar otros inconvenientes que se enteraron los vecino.
No obstante la reunión fue positiva. Comenzó a tomar forma una red solidaria vecinal como paso importante; obtuvieron los teléfonos de jefes policiales y el de la directora de Seguridad de la Municipalidad; también el compromiso de traer a Necochea a otras fuerzas de seguridad para todo el año. Y lo más importante, el pedido de explicaciones a las autoridades sobre un tema por el que deben bregar y que hoy por hoy, está haciendo agua.

martes, 6 de diciembre de 2011

No maten al cartero

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Matar al cartero porque lleva malas noticias es inútil y claramente poco aconsejable. Siempre es saludable comprobar que en la Argentina funcionan los resortes institucionales cuando en algún grado la libertad está amenazada. De hecho, hace muy poco el juez Alejandro Catanea pidió datos personales sobre los periodistas de varios diarios que informaron sobre la inflación. Esta iniciativa generó advertencias de Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina); Fopea (Foro de Periodistas); críticas constructivas en la prensa, una sólida repercusión muy negativa en la opinión pública y el rechazo de los diputados de la Comisión de Libertad y Expresión.
Más que preocuparse por los domicilios, teléfonos y contactos de los periodistas, fiscales y jueces deberían cuidar para que a la comunidad le llegue toda la información, de manera clara, sin tapujos ni vueltas. Mucho menos se debe minimizarla u ocultarla.
De eso se trata la insistencia en saber qué fue lo que sucedió con la droga desaparecida en el Juzgado Federal de Necochea. O al menos, qué alguien explique cómo sucedieron los hechos, qué se hizo para recuperar el estupefaciente robado o, mínimamente, si se está investigando.
Sin embargo, parece que el citado Juzgado está más preocupado en recuperar las grabaciones por las notas realizadas a este periodista en relación al hecho, que en velar para que la sociedad tenga la información que requiere… Es inútil matar al cartero porque lleve malas noticias…

domingo, 4 de diciembre de 2011

Robo de drogas en el Juzgado Federal de Necochea: "Al César lo que es del César"

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“Al César lo que es del César”. Lisa y llanamente quien recordó esta célebre frase dejó deslizar que la droga que desapareció del Juzgado Federal de Necochea habría vuelto al circuito callejero a poco de ser secuestrada durante un procedimiento policial llevado a cabo hace algunos meses.
Como era de esperarse, nada más se ha dicho sobre esta irregularidad preocupante. La desaparición de seis kilos de droga del mismísimo lugar donde debe ser cuidada es una situación grave por más que se la quiera minimizar o ignorar. Tan grave que, desde el propio Juzgado parece que se decidió, una vez más, hacer silencio total.
Vale recordar que en el Juzgado Federal de Necochea un funcionario, de importante jerarquía en el ámbito judicial, denunció la violación de la puerta de su despacho y sustracción de seis kilos de drogas, producto de un procedimiento callejero.
Los “fusibles” de esta situación fueron los custodios, inmediatamente relavados. Pero nada se conoce oficialmente sobre si realmente se inició una investigación tendiente a saber a dónde fue a parar esa droga o de qué manera se produjo el robo.
Lo cierto es que llama la atención el lugar elegido para guardar la droga, cuando al parecer existirían al menos tres cajas de seguridad dentro del propio Juzgado.
Esta situación por sí sola amerita conocer la responsabilidad de cada integrante del propio Juzgado Federal. Sin embargo, trascendió que en poco tiempo más podrían cerrar el caso porque “no hay manera de investigar” ya que “no existe ningún hilo conductor que nos permita establecer la manera en que fue sustraída esa droga”.
Fácil la resolución, pero totalmente cargada de sospechas, sobre todo al mismo Juzgado.