Viviendas, autos, plantas industriales, campos, cuadros,
yates, joyas y cualquier objeto de valor se pueden convertir en parte del
abanico de subastas judiciales.
Dentro del universo de las subastas participan el martillero
a manera de oficial público y los postores. También suelen aparecer abogados o
contadores que acompañan a estos últimos… pero no son los únicos, desde hace
años surgen personajes que, en casi
todos los casos, son “el mejor postor”.
Son integrantes de “La Liga”. Siempre trabajaron a la vista
de todos y hoy, aparentemente, para participar en la subasta es necesario, casi
obligatorio, arreglar con estos sujetos, que se llevan un porcentaje del valor
de la venta, cuando no se quedan con el inmueble u objeto que se subasta.
La impunidad con la que trabaja “La Liga” es tal que desde
hace muchos años sus integrantes no cuidan mínimamente los detalles. Son
conocidos en cada localidad. Por lo general “reconocidos” vecinos, casi
llegando al rango de honorables en algunos casos. No tienen problema en “sacar
chapa” de La Liga.
Se juntan cotidianamente en algún lugar, que puede ser la
vivienda de un chatarrero, el estudio de un abogado, la oficina de algún
contador, un comerciante exitoso… cualquier sitio es bueno ya que no es
necesario gran espacio físico. Allí se reparten la cobertura de las operaciones
en el remate de turno.
“Parece una locura, pero te están esperando en la puerta del
lugar donde va a ser la subasta y se ofrecen a comprar por vos por una
comisión… y si les interesa la propiedad, se la quedan”, explicó una víctima de
esta maniobra.
“Si están operando para un inversor, te hacen la vida
imposible para que te bajes de la subasta, inflan el precio de la propiedad
hasta que quedás afuera. Y si tenés suficiente respaldo para afrontar el remate
soportarás el carácter intimidante, violento y mafioso de estos personajes, que
no dudan en mostrarte un arma si fuera necesario”, dijo la misma fuente, que
sufrió el asedio al adquirir un inmueble en el centro de Necochea.
“La Liga” es uno más de los focos de corrupción que tiene
que ver con el estado de la ciudad. Está aceptada socialmente aunque se sabe
que es el negocio de unos pocos que no dudan en utilizar metodologías mafiosas
para lograr el objetivo. Es otro de los grandes secretos a voces a los que,
lamentablemente la comunidad hace oídos sordos. Es más, es muy difícil que los
propios martilleros o agentes inmobiliarios reconozcan abiertamente el accionar
de la organización. Tal vez sea hora de que todos entendamos de qué manera se
puede ir cambiando la realidad en la que estamos inmersos.
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