Esta vez prácticamente no voy a escribir nada. No porque no
haya datos para contribuir a esta causa olvidada por casi todos, sino porque ¿a
quién le los doy?... ¿a la Justicia?... ¿a la Policía?... ¿a los políticos?... Todos y cada uno de estos
ámbitos sólo demostraron la falta de interés por esclarecer el hecho.
Para que prosperen las novedades descubiertas en los últimos
dos o tres años, con el aporte de testigos que obviamente no están decididos a
dar sus nombres ante ningún organismo, hay que sortear una serie de vericuetos legales
que hace imposible desarchivar la causa que está en Tribunales de Mar del
Plata. Yo agradezco a quienes contribuyeron con esos “datos”, cuyas identidades
nunca serán divulgadas porque más allá de la ética y el secreto profesional,
les di mi palabra. Pero, también es real que será mucho más dificultoso romper
con esos resortes legales que, hoy por hoy, amparan mucho más al delincuente
que a la víctima.
Es cierto que si a estos nuevos aportes, además de un giro
periodístico, les diera un sesgo novelesco se podría llegar a estar ante un gran
escándalo mediático, describiendo una vez más nombres de conocidos “poderosos”,
algún político, varios policías, diversos integrantes del fuero judicial, y ex
funcionarios del Estado que, cada tanto cuando recorre bares y se le suele
escapar algún “secreto” de aquel 15 de Enero de 1987. Seguramente por estos
días cuando se vuelva a hablar de Adriana Celihueta, se agrave su psoriasis. Si,
es posible que ello pase.
Pero no voy a escribir porque sería poner en evidencia todo
lo nuevo que existe para aportar a la causa, y como no se va a desarchivar, la
gran novedad duraría sólo unos días. Aquí lo importante es que aparezcan culpables
y que se haga justicia. Además, sigo con la secreta esperanza, de que algunos
de estos “arrepentidos” que están aportando lo que dicen saber, se atrevan a
firmar. Todo sería más fácil.
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