Matar al cartero porque lleva malas noticias es inútil y
claramente poco aconsejable. Siempre es saludable comprobar que en la Argentina
funcionan los resortes institucionales cuando en algún grado la libertad está
amenazada. De hecho, hace muy poco el juez Alejandro Catanea pidió datos
personales sobre los periodistas de varios diarios que informaron sobre la
inflación. Esta iniciativa generó advertencias de Adepa (Asociación de Entidades
Periodísticas de Argentina); Fopea (Foro de Periodistas); críticas
constructivas en la prensa, una sólida repercusión muy negativa en la opinión
pública y el rechazo de los diputados de la Comisión de Libertad y Expresión.
Más que preocuparse por los domicilios, teléfonos y
contactos de los periodistas, fiscales y jueces deberían cuidar para que a la comunidad
le llegue toda la información, de manera clara, sin tapujos ni vueltas. Mucho
menos se debe minimizarla u ocultarla.
De eso se trata la insistencia en saber qué fue lo que
sucedió con la droga desaparecida en el Juzgado Federal de Necochea. O al
menos, qué alguien explique cómo sucedieron los hechos, qué se hizo para
recuperar el estupefaciente robado o, mínimamente, si se está investigando.
Sin embargo, parece que el citado Juzgado está más preocupado
en recuperar las grabaciones por las notas realizadas a este periodista en
relación al hecho, que en velar para que la sociedad tenga la información que
requiere… Es inútil matar al cartero porque lleve malas noticias…
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