jueves, 11 de junio de 2015

La biblia y el calefón

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Los ideales, la coherencia, la dignidad, la grandeza, la palabra… a dónde han ido a parar todos estos valores? Lo que nos enseñaron nuestros padres, abuelos, esos ancestros en que la honestidad formaba parte del ser, ¿fueron todas mentiras?... ¿o acaso este presente es una farza?
Por estas horas no deja de asombrar la ambición desmedida de los políticos, esos argentinos que de una u otra manera pretenden dirigir el destino de su ciudad, provincia o la misma Nación. Parece que todo vale… han desaparecido los límites y es moneda corriente escuchar agravios, insultos, denuncias, mentiras…. ¡muchas mentiras! extorsiones, amenazas, muertes dudosas, enriquecimiento desmedido de muchos de estos candidatos, carencia de justicia…
Curiosamente, no se escucha, sin embargo, sobre el programa que tienen previsto para revertir la situación actual, donde el trabajo es escaso, las villas miserias crecen, la desnutrición también, los jubilados cobran chauchas y palitos, los docentes no enseñan sino que asisten a sus alumnos, la inseguridad está a la orden del día, el propio Estado paga a los empleados en negro, proliferan los trapitos y malabaristas en los semáforos, muchos comercios están cerrando sus puertas… y así se podrían enumerar muchos más ejemplos.
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao... Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
En esta estrofa de Cambalache, el tango argentino compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo, está la síntesis de la realidad actual argentina.

Por fortuna hay excepciones, por eso, como mis ancestros, a mis nietos, procuro inculcarle lo que me enseñaron mis mayores.

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