
Hace casi 4 años el volcán Puyehue despertaba y cubría de cenizas desde
sus cercanías en Chile hasta la lejana ciudad de Buenos Aires. Lo impensado
sucedía rompiendo la monotonía de la zona, y ante su crater no había previsión
que pudiera hacer frente a la descarga de su fuerza.
Hoy, nuevamente, un volcán patagónico vuelve a manifestarse cuando aún
los recuerdos de aquel suceso no se han disipado.
Usualmente cuando se quiere decir algo “diferente” sobre la reiteración
de sismos o volcanes,
inmediatamente se retruca que
son procesos normales y sin ninguna coincidencia. Pero esa “normalidad”,
generalmente evita que podamos reflexionar sobre lo que se repite, y el patrón de
repetición es lo que despierta la duda permitiendo encontrar nuevas respuestas.
Los grandes descubrimientos llegan precisamente, cuando se deja de considerar
las cosas como normales y evidentes.
Los mayas y el despertar del sol
Para la mayoría de los sismólogos los terremotos y erupciones son “un
fenómeno normal” acorde a la tectónica de las placas, y aunque en algún momento
sus manifestaciones puedan ser ligeramente mayores a la media, generalmente se
considera que es una incidencia dentro de los parámetros normales.
Sin embargo, en este último tiempo han surgido nuevas ideas sobre el
asunto, ya que algunos científicos han encontrado una relación entre las
tormentas solares y el movimiento tectónico. De acuerdo a estas
investigaciones, existe un impacto en las placas debido al golpe magnético de
los rayos solares, lo que hace que se conmuevan las mareas del magma haciendo
vibrar las placas tectónicas terrestres. Ello deducido a partir de estadísticas
que registran una notable diferencia entre el número de sismos que ocurren
durante los años de baja actividad solar frente a los sucedidos en los años de
máxima actividad de nuestro sol.
Estos cambios en el comportamiento del Sol, como las eyecciones de masa
coronaria, disparan procesos sísmicos en las zonas estresadas del planeta y por ende, repercuten en un aumento de la
actividad volcánica. Incluso el desequilibrio geomagnético produce a su vez,
corrientes de convección que ionizan la atmósfera provocando cargas de electricidad
estática que alteran el comportamiento de las nubes en las capas superiores de
la atmósfera (tormentas y cambio climático). De modo que el viento solar, la
magnetósfera y la ionósfera terrestres forman en su conjunto un sistema
dinámico complejo, en el que cualquier cambio que se produzca en uno de estos
medios, afecta en mayor o menor grado al otro.
Fueron los antiguos mayas o “los cientificos del tiempo”, los que
anunciaron en su profecía que los cambios en el comportamiento del sol
marcarían el fin de un era para el hombre, reflejando que esta incidencia solar
afectaría a todo el planeta, desde el clima y los movimientos telúricos,
pasando por la tecnología hasta incluso el comportamiento humano.
Hoy, muchos de esos anuncios se comprobaron científicamente, tal como
sucedió con los apagones eléctricos y con los estudios que confirmaron que los
vientos solares afectaban directamente el sistema cardiovascular de los seres
humanos.
Por eso, lo mejor frente a estos descubrimientos es mostrar humildad,
reconocer que los estudios geológicos no son una verdad establecida y que están
en evolución, y que quizás las antiguas
fuentes de conocimiento que nos anticipaban
todo esto –como los mayas-, pueden tener en su profecía un nivel de rigurosidad
científica que poco a poco se va descubriendo.
Fuente:
Fundar
hombrenuevo
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