domingo, 4 de septiembre de 2011

Para que Candela descanse en paz

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Por estos días la mayor parte de las noticias en todo el país pasa por el asesinato de Candela Rodríguez. Los diarios y revistas gastan miles de centímetros de papel referido a este tema; los canales de televisión muestran imágenes de manera permanente y es el comentario obligado en los programas de radio. Mientras tanto, la investigación vuelve a fojas cero a cada instante. El propio fiscal general Federico Nieva Woodgate reconoció que “la mayoría de las fojas del expediente son inútiles”. El representante del Ministerio Público se refirió a las más de 20 mil fojas que cuenta el voluminoso expediente que se tramita en los Tribunales de Morón. La nena fue secuestrada, mantenida en cautiverio y asesinada. La autopsia reveló que fue estrangulada, pero no hay avances significativos en la investigación: ni siquiera aparecen nombres de sospechosos. Mientras tanto se tejen conjeturas. Un crimen por venganza, ajuste de cuentas, narcotráfico, tráfico de órganos, trata de personas, piratería del asfalto, son algunos de los rótulos que pesan sobre el caso. La intervención del gobernador bonaerense Daniel Scioli y de la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en nada contribuyó con el caso, sino por el contrario, alimentó las sospechas de querer sacar rédito político de cara a las inminentes elecciones. Tal vez, de haber tenido otro final, es cierto, hubiera servido para calmar la mentada “sensación” de inseguridad. ¿Por qué estos gobernantes se preocuparon por el caso con indiscutida preferencia respecto a los más de doscientos niños que están denunciados como desaparecidos en los últimos tiempos? La situación del padre de la nena, preso por un caso de “piratería del asfalto”, también dio de qué hablar. Este tipo de delito, junto al de los desarmaderos de autos, es en el que más aparecen las sospechas de liberación de zonas por parte de la Policía. La misma Policía que tiene a cargo la investigación del homicidio; la que mantiene la estructura de aquella que tuvo intervención en el denominado Proceso de Reorganización Nacional; la que parece estar más preparada para hacer desaparecer gente que para hacerla aparecer. Más allá de estos comentarios, los investigadores del caso siguen cruzando datos de las pistas que surgieron hasta el momento. Sin embargo, no tienen un indicio firme sobre él o los presuntos homicidas. En el convencimiento de que la familia de la víctima recibió llamadas telefónicas amenazantes antes de que la niña desapareciera buscan la clave para resolver el crimen. Quizás surja de las comunicaciones que recibieron un mes antes del trágico hecho. Federico Nieva Woodgate, reiteró en declaraciones radiales: “Hay una hipótesis que involucra desde el principio al entorno de la familia y al entorno colateral”. Sostiene sus dichos en las sospechas que giran sobre posible casos de narcotráfico (para los investigadores el homicidio está relacionado con el negocio de las drogas instalado en las villas de emergencia de San Martín) y piratería del asfalto (es otra línea investigativa. El foco está puesto en los cómplices del padre, Alfredo Rodríguez, que está preso). Más allá de todas las hipótesis que giran alrededor del caso ¿no sería interesante que se investigue como un hecho perpetrado por delincuentes comunes? Tal vez se pueda llegar a mejor resultado, y que Candela pueda descansar en paz. Esa paz que le arrebataron en este mundo de mortales.

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